Tiempo al tiempo.
Con la misma velocidad con la que dejaste tu novia de la universidad a menos de seis meses de recibirte, y trabajaste dos años para otro colega, como quien aprender el oficio, experimentaste un súbito cambio de gustos.
Ya no tienen atractivo las hipponas.
Ni te llama tomar sangría en un bodegón mientras coreas a pleno pulmón "Comandanteeeeeee Che Guevaaaaaaaaraaaaaa".
Es lindo eso de regalar la vieja bicileta de la facultad, no tener que negociar el uso del auto de tu papá con dos hermanos más.
Un poco caras la cuotas en la concesionaria, pero se bancan.
Y sin darte cuenta te está cambiando el discurso.
Ya no te incomoda que la gente te diga doctor.
Ya no te importa mucho que amigos de la infancia hayan puesto una inexplicable distancia con vos desde que te recibiste.
Te llegan tarjetas de crédito, promociones de celulares y montones de invitaciones a pertenecer a "ese mundo" que antes mirabas de afuera, como esas cosas...que querías alcanzar.
Con la misma velocidad con la que dejaste tu novia de la universidad a menos de seis meses de recibirte, y trabajaste dos años para otro colega, como quien aprender el oficio, experimentaste un súbito cambio de gustos.
Ya no tienen atractivo las hipponas.
Ni te llama tomar sangría en un bodegón mientras coreas a pleno pulmón "Comandanteeeeeee Che Guevaaaaaaaaraaaaaa".
Es lindo eso de regalar la vieja bicileta de la facultad, no tener que negociar el uso del auto de tu papá con dos hermanos más.
Un poco caras la cuotas en la concesionaria, pero se bancan.
Y sin darte cuenta te está cambiando el discurso.
Ya no te incomoda que la gente te diga doctor.
Ya no te importa mucho que amigos de la infancia hayan puesto una inexplicable distancia con vos desde que te recibiste.
Te llegan tarjetas de crédito, promociones de celulares y montones de invitaciones a pertenecer a "ese mundo" que antes mirabas de afuera, como esas cosas...que querías alcanzar.